Los médicos realizan este juramento, del cual extraemos algunos fragmentos. Por nuestra experiencia consideramos que no suele cumplirse:
Respetaré los logros científicos que con tanto esfuerzo han conseguido los
médicos sobre cuyos pasos camino, y compartiré gustoso ese conocimiento con
aquellos que vengan detrás.
Aplicaré todas las medidas necesarias para el beneficio del enfermo, buscando
el equilibrio entre las trampas del sobretratamiento y del nihilismo
terapéutico.
Recordaré que la medicina no sólo es ciencia, sino
también arte, y que la calidez humana, la compasión y la comprensión pueden ser
más valiosas que el bisturí del cirujano o el medicamento del químico.
No me avergonzaré de decir «no lo sé», ni dudaré en
consultar a mis colegas de profesión cuando sean necesarias las habilidades de
otro para la recuperación del paciente.
Intentaré prevenir la enfermedad siempre que pueda,
pues la prevención es preferible a la curación.
(Imagen de manuscrito bizantino del S.XI - Texto de la versión de Louis Lasagna. 1964)