Soy Sandra Gutiérrez
Gómez, tengo 36 años, soy de profesión psicóloga, soltera y
sin hijos. Como mujer, psicóloga y paciente del Dr. Lolas
doy mi testimonio ya que he sufrido en carne propia mi mejoría,
luego de más de 20 años de padecer el Síndrome Premenstrual (SPM)
con el cual, según otros doctores, tendría que aprender a vivir de
forma resignada. Hoy doy fe de que existe esta opción de tratamiento
efectivo, el cual va a la causa real detrás de este síndrome que
tanto limita nuestras potencialidades y aportes a la sociedad como mujer.
Mi SPM comenzó desde la menarquia a los 11 años con síntomas manejables. Desde los 14 a los 16 tuve anorexia nerviosa que desencadenó una amenorrea cerca de año y medio. Luego a los 20 años comencé a tomar pastillas anticonceptivas, con las que mejoró mi acné y las reglas se hicieron más cortas y menos abundantes. No obstante seguía con otros síntomas que se agravaron a partir de los 30 años:
- SÍNTOMAS FÍSICOS: dolores de cabeza intensos: cólicos menstruales: mareo y nauseas; antojos de comida o bien, menos apetito: dolor de senos; acné; mucho cansancio físico y sueño; dificultades para conciliar el sueño u obtener un sueño reparador, problemas de digestión (colon irritable) y aumento de las ganas de orinar.
- SINTOMAS PSICOLOGICOS-EMOCIONALES: sensación de angustia o ansiedad; tristeza, melancolía o mucha sensibilidad: cansancio y desgana; problemas para concentrarme; alta irritabilidad o aumento en la frecuencia de enojos; aumento del aislamiento; baja en el deseo sexual.
ESPECIALISTAS
CONSULTADOS:
Ginecólogos: diversos,
pero ninguno me ayudó a resolver el problema de raíz. Sólo me han
llenado de analgésicos y me han cambiado las pastillas
anticonceptivas, también me han dado domperidona para mareos y
náuseas, además de espirinolactona, para disminuir la retención de
líquidos.
Gastroenterólogos: para
mejorar mi Colon Irritable y los síntomas gástricos que se agudizan
antes y durante la menstruación. Me han dado viadil,
aerogastrol y trimebutina maleato
Neurólogos: para
ver cefaleas severas antes y durante la regla.
Psiquiatras: para
ver temas de depresión y ansiedad.
Psicólogos: para
manejar síntomas afectivos y ver posibles relaciones con
aspectos de mi historia familiar.
Dermatólogos: para
tratar el acné.
EXPERIENCIA COMO PACIENTE
DEL DR. LOLAS:
Mi vida
cambió radicalmente gracias al tratamiento del doctor Lolas. Antes
mis actividades y mis planes giraban en torno a la siguiente
pregunta: ¿en qué semana de mi ciclo menstrual me encuentro? Esto
dado que sólo podía tener un normal desarrollo de mis
actividades cotidianas las dos primeras semanas de cada ciclo. Porque
luego del día 15, todo cambiaba: mi energía tanto vital,
física y emocional, así como mi manera de ver y de enfrentar la
vida. Por ende, sólo contaba con dos semanas del mes para
ser una persona plena, aludiendo con esto al ejercicio
exhaustivo de mis potencialidades y capacidades como ser humano.
Luego del tratamiento de 6 inyecciones antibióticas y de la
criocirugía, puedo llevar una vida absolutamente normal y fluida 28
días del mes, con sólo dos días al mes de síntomas leves, que se
pueden sobrellevar y que no impactan tanto mi calidad de vida. Así
que, he vuelto a ser la Sandra de siempre: activa, enérgica,
alegre, llena de proyectos y metas. Una Sandra que no es
disruptiva para su medio laboral, familiar y social, que puede ser un
verdadero aporte a éstos.
No puede quedar
invisibilizado el SPM, entendido éste como una serie de síntomas
tanto físicos como emocionales que puede llegar a afectar
severamente la calidad de vida de las mujeres y que se produce por un
cuadro inflamatorio del cuello uterino.
Esta patología no tan
sólo afecta el ámbito privado/familiar de las mujeres, sino que
también posee serias repercusiones para el entorno laboral en los
cuales se desempeña, entre los cuales se encuentran con bajas
notables en los índices de productividad, aumento de conflictos al
interior de los equipos de trabajo, mayor aislamiento socio/ laboral
de la mujer, entre muchos otros. Todo lo anterior conduce a que
la mujer no pueda expresar toda su potencialidad como
trabajadora. Todo esto no tan sólo impacta a la mujer sino que
también afecta severamente el crecimiento de la Organización en la
cual ésta se encuentre inserta.
Las personas somos seres
bio-socio-psicológico- espirituales. Por ende, cualquier cosa que
nos suceda a nivel físico alterará notoriamente las otras áreas de
nuestra existencia y viceversa. Desde dicha lógica, si un
porcentaje importante de mujeres padece de inflamación crónica al
cuello del útero, con el consecuente SPM y/o síndrome disfórico
premenstrual que causa, esto impactará de modo garrafal y negativo
en las otras áreas de la vida de aquellas. Así, una mujer
con esta condición no tan sólo es una mujer triste, angustiada,
irritable, cansada y adolorida en su fuero interno y en su
corporalidad, sino que también es una madre, pareja, hija, hermana,
amiga, amante que sufre, que no está en su 100% y que no puede
expresar en su cotidianeidad todo su potencial como ser humano.
La mujer siente que “no
es la misma”, “que no tiene fuerzas para llevar la vida y para
asumirla”, “que todo es más difícil”, en suma que “no se la
puede”. NO!. No es que la mujer no se la pueda, esto no
es una condición intrínseca de la mujer y que esté condenada a
sufrir cada mes porque “la madre naturaleza lo dictaminó así”.
Estamos en una época donde estamos luchando por la igualdad de los
derechos de hombres y mujeres, por lo que no podemos partir hablando
de aquello si no se visibiliza y no se le toma importancia a
esta patología como un problema de salud pública, que afecta a
millones de mujeres en el mundo, mujeres de diversas etnias,
edades y de distintos estratos socio económicos.
La consulta de muchos
psicólogos y psiquiatras está llena de mujeres con afecciones
emocionales de intensidad moderada a grave causadas por el SPM y por
la inflamación al cuello del útero, pero que al no ser
conocidas, se diagnostican como depresiones, ansiedad, trastornos del
estado anímico, con el consecuente uso de psicotrópicos, que no
hacen más que desviar el foco de atención de la verdadera causa.
A lo anterior se suma
el largo peregrinaje de dichas mujeres por médicos
generales, ginecólogos, psiquiatras, psocólogos. gastroenterólogos,
neurólogos, dermatólogos y diversos otros especialistas en búsqueda
de soluciones para cada uno de los más de cien síntomas que
conforman el cuadro del SPM, con el consecuente gasto de tiempo y de
dinero, sin encontrar en ninguno de estos especialistas de
la salud mental y física una respuesta cabal a sus
dificultades. Todo esto causa indefensión aprendida en
la mujer y una sensación angustiosa de no saber qué es lo que
realmente le pasa, como la pueden ayudar y llegar a la dolorosa
conclusión que debe aprender a vivir con esto.
Es muy común en los
seres humanos experimentar un temor al cambio. Por
medio de éste, tendemos a aferrarnos a estructuras, cánones
sociales y procedimientos ya establecidos, por mucho que éstos ya no
nos permitan nuestro crecimiento personal ni como sociedad. Por
dicho temor, nos oponemos con firmeza a cambiar procesos y
herramientas que ya se encuentran caducos y que no otorgan efectivas
respuestas a los nuevos desafíos que se nos presentan como
humanidad. El temor al cambio radica, en última instancia, a la
resistencia a cuestionarnos a nosotros mismos y a los diversos
sistemas de creencias que componen nuestro concepto de lo permitido y
válido. Por ende, cualquier idea, procedimiento o método
innovador, que se aleje aunque sea un mínimo de lo ya establecido,
nos genera temor, angustia y la aparición de una serie de dudas y de
prejuicios que no nos permiten indagar en la esencia, novedades y
características de lo nuevo que se está proponiendo. Lo anterior
ocurre tanto a nivel social, personal, laboral e incluso científico.
Es conocido de hecho como
trabajos e investigaciones de carácter científico y médico han
sido permanentemente cuestionados, sin darle el beneficio de la duda
ni instancias concretas de publicación y de difusión. Estamos
hablando de descubrimientos e investigaciones como las del Dr. Lolas,
que no tan sólo han planteado un paradigma radicalmente distinto
respecto a cómo conceptualizar y tratar el SPM, al asociarlo con una
inflamación crónica al cuello del útero.
Este descubrimiento no
radica en apalear síntomas a costa de tomar diversos remedios y
tener que ser la mujer atendida por diversos profesionales (lo cual
puede llevar a gastos en remedios, consultas y exámenes cercanos a
$100.000 pesos al mes), sino que en curar de modo permanente
e integral el síndrome completo, con una cura directa a la causa que
lo origina. Pero dicho descubrimiento no ha sido lo
suficientemente tomado en cuenta, analizado ni difundido por el temor
al cambio que también experimenta la comunidad científica, el
gremio médico, laboratorios, instituciones de salud, isapres y otros
a lo que sería un modo definitivo y revolucionario de abordar una
problemática que por siglos ha acompañado a las mujeres, la cual ha
mermado su bienestar y su total desarrollo como miembro activo de la
sociedad.
Ya es hora de que la
medicina esté al real servicio de la población, no limitándose tan
sólo a apalear la sintomatología asociada a una enfermedad, sino
que curando a cabalidad las patologías que afectan a la humanidad.
¡¡Las mujeres ya no
podemos esperar más!! No tenemos porque seguir sufriendo al ocurrir
un proceso tan natural como es nuestra menstruación, sabiendo que
hace más de 40 años existe una cura efectiva a las inflamaciones
uterinas que causan el SPM. Deseo profundamente que más
mujeres puedan hacerse este tratamiento al igual que lo hice yo, sin
importar su edad, raza, condición socioeconómica, contando con el
apoyo del Estado, las instituciones prestadoras de servicios de Salud
y, sobre todo, con el apoyo de la Sociedad de Ginecología y
Obstetricia chilena, mostrando éstos interés y apertura por
conocer, difundir y formarse en este tratamiento, para mantener vivo
en el tiempo el descubrimiento del Doctor Lolas.
Así se contribuirá con
el desarrollo social general del Chile de hoy, el cual
necesita de hombres y mujeres sanos tanto física como
psicológicamente para seguir creciendo de modo integral como país
en un mundo que cambia constantemente y a pasos agigantados.
Atentamente,
Psicóloga Sandra
Gutiérrez Gómez.
Psicóloga Laboral y
Clínica.